Pero el premio más valioso que se llevó fue un autógrafo de Jesse Owens, que conservó toda su vida. En su tercera carrera, con 17 años, logró batir el récord neerlandés de los 800. Al año siguiente, su entrenador y futuro marido, Jan Blankers (un exatleta 15 años mayor que ella), la convenció de que hiciera las pruebas para participar en los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936. Logró entrar en salto de altura y en el relevo 4×100, consiguiendo dos quintos puestos.
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